En una guerra todos perdemos, pero los niños no saben porqué son huerfanos.
O las madres sin hijos, que desconocen el motivo de una absurda guerra que se ha llevado a los niños.
Es por eso que alzo la voz, por los niños que mueren dia tras dia, por causa de las guerras. Guerras sin razón, guerras de poder religioso, ignorancia total.
"La religión es el opio de la humanidad".
Verdad o mentira, averigüelo usted amigo lector.
Hares, Cisjordania. Dos oficiales israelíes han testificado que soldados en Cisjordania golpearon, vendaron los ojos y ataron a civiles palestinos de hasta 14 años. Las perniciosas revelaciones de dos sargentos de la Brigada Kfir incluyen descripciones de abusos que dicen que presenciaron durante una operación de cacheo y detención en la que participaron cientos de soldados en la aldea Hares el 26 de marzo. Los testimonios han sido vistos por The Independent y se espera que echen leña al fuego causado por recientes declaraciones del coronel Itai Virob, de la Brigada Kfir, en las que dijo que la violencia contra palestinos detenidos se justifica a fin de cumplir misiones.
Los dos soldados, del batallón Harub, destacaron las estrechas amarras de las esposas de plástico colocadas a los detenidos. “Hay algunos que piensan que hay que apretar las esposas a todo lo que dan, hasta que no pueda pasar una gota de sangre,” dijo un soldado. “No tarda mucho antes de que las manos se pongan azules. Hubo mucho gente que se veía que no sentían nada.”
Dijo que unos 150 palestinos, algunos de sólo 14 años, fueron atados, detenidos y se les vendaron los ojos en la escuela de la aldea durante la operación que duró de las 3 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Se les dijo que tenía el propósito de impedir que jóvenes de la aldea lanzaran piedras hacia carreteras cercanas reservadas para colonos. Era evidente que muchos de los detenidos no habían hecho nada malo, pero se les retuvo para obtener inteligencia, dijo
.
Las peores golpizas fueron en los baños, dijo. “Los soldados que llevaban [a detenidos] a los retretes simplemente estallaban en su contra aporreándolos; los maldecían sin motivo. Cuando llevaron a un árabe al retrete para que pudiera orinar, uno de ellos le dio una bofetada que lo lanzó al suelo. Había sido esposado por detrás con una esposa de nylon y le habían vendado los ojos. No fue insolente, no hizo nada para molestar a alguien… [fue] sólo porque es árabe. Tenía unos 15 años.” El soldado dijo que vio a muchos soldados “dar rodillazos [a los palestinos] porque es aburrido, si estás ahí parado 10 horas, no haces nada, así que golpeas a la gente.”
Un segundo soldado describió una “atmósfera fanática” durante las operaciones de búsqueda. “Entrábamos a una casa y poníamos todo cabeza abajo,” recordó, pero no encontraban armas. “Confiscaron cuchillos de cocina.”
El primer soldado dijo que la participación fue general. “Hubo muchos reservistas que participaron, y tuvieron una celebración total a costa de los palestinos: maldiciones, humillación, tirándoles los cabellos y las orejas, golpes, bofetadas. Esas cosas eran la norma.” Dijo que los incidentes en los baños fueron “extremos” y agregó que las golpizas no sacaron sangre. Fueron “golpes secos, pero siguen siendo golpes.”
El segundo soldado dijo que algunos soldados robaron en las casas que allanaban, a pesar de que la gente era tan pobre que les era difícil encontrar algo.
El mes pasado, el coronel Virob testificó ante un tribunal militar que los golpes contra detenidos palestinos podían ser justificados. “Pararlos contra los muros, empujarlos, un golpe que no causa heridas. Ciertamente, son cosas que son utilizadas comúnmente en un intento de cumplir la misión,” dijo. A pesar de una reprimenda al coronel Virob por el jefe del comando central, general Shamni, y un repudio del jefe del estado mayor del ejército, teniente general Gabi Ashkenazi, las observaciones son vistas por Rompiendo el Silencio, una organización que recolecta testimonios de soldados, como prueba de que los presuntos abusos en Hares no pueden ser desestimados como un hecho aislado o como improvisaciones a bajo nivel.
En Hares, Ihab Shamlawi, estudiante universitario, recuerda haber visto que un alumno de secundaria pidió permiso a los soldados para ir al baño. “Lo tiraron al suelo, le patearon las piernas y lo golpearon, dijo.” Otros diez o quince soldados estaban observando, recuerda el señor Shamlawi. “Todos se rieron”, dijo.
La oficina del portavoz del ejército dijo ayer que se había abierto una investigación y agregó que, después de las anteriores observaciones del coronel Virob, el general Shamni había distribuido panfletos a los soldados subrayando que “cuando alguien es retenido, detenido o arrestado… se prohíbe absoluta y claramente a los soldados de la Fuerza de Defensa de Israel [ejército israelí]… el uso de cualquier fuerza o violencia en su contra.”
Por Germán Leyens
Ghasan Matar, de 14 años, no dice nada sobre la explosión que le arrancó las piernas y mató a su hermano; de hecho, seis meses después del fin de la guerra en Gaza, el adolescente apenas habla.
Pasa la mayoría del tiempo con la mirada fija en un enorme póster ilustrado con una fotografía de su hermano mayor, con escenas de guerra, una kalashnikov y soldados israelíes muertos de fondo.
Cuando logra expresarse, afirma que jamás piensa en el día en el que su casa recibió de lleno los bombardeos israelíes en el barrio de Zeitun de Gaza y dice que no tiene pesadillas. "Estoy bien", asegura, lacónico, antes de encerrarse de nuevo en su mundo.
"Está profundamente traumatizado. Intenta hacer como si no le hubiera pasado nada", explica Nisrim Ramadan, una cooperante humanitaria durante una visita a su devastada vivienda. "Hay numerosos casos de conmoción profunda, de desesperanza" en los niños.
De los aproximadamente 1.400 palestinos muertos durante los 22 días de la ofensiva israelí de diciembre y enero, 300 eran niños. Otros miles resultaron heridos, según un balance palestino.
Los niños, que suponen más de la mitad del millón y medio de habitantes de la franja de Gaza, sufren además heridas psicológicas de las que tardarán en recuperarse. "Los niños ríen, pero han perdido su alegría. Son incapaces de tener esperanza", estima el psiquiatra Eyad Sarraj, que dirige el programa de salud mental para la comunidad de Gaza.
Ahmed Salah al Samuni, de siete años, sonríe tímidamente al tirar una pelota pero, muy pronto, pierde interés por el juego y clava las uñas en el sofá durante la consulta. "Recuerdo que los israelíes vinieron y nos dijeron que saliésemos. Entonces cayeron obuses", cuenta. "El abuelo y la abuela murieron", dice antes de pronunciar los nombres de 10 miembros de su familia fallecidos en su casa en un ataque que dejó 29 muertos. "Quiero a Azza y quiero que vuelva", murmura, al referirse a su hermana de dos años y medio, que murió en el bombardeo.
Tiene una larga cicatriz en la cara y su nariz ha quedado deformada. Hace unos meses sufría ataques de ira bruscos, en los que pegaba a sus hermanos y rompía todo lo que tenía a mano. "De noche, gritaba: ¡Los judíos van a venir a matarme!", cuenta su padre.
Poco a poco, empieza a recuperarse. "Pero es un proceso largo, ha visto tantos cadáveres", explica el psicólogo Sabri Abu Nadi.
Muchos niños han vivido "situaciones horribles", añade Sajy Elmughani, portavoz de UNICEF. "Todos los niños han sido expuestos a la violencia en diversos grados".
Njood Basal, de 14 años, gravemente herida en la cabeza, se pasa la mayoría del tiempo sentada en la cama de su habitación con techo de chapa agujereada. Se comunica por internet con sus amigos "de otros países, y sobre todo de Cisjordania". "No les cuento lo que ha pasado. Ellos preguntan, pero yo cambio siempre de tema. Me siento mal cuando hablo de la situación", añade.
En el exterior de su casa, un póster muestra a uno de sus primos, miembro de las brigadas Ezzedine al Qassan, brazo militar de Hamas, el movimiento islamista que controla la franja de Gaza.
Para el doctor Sarraj, los niños podrían evolucionar hacia el extremismo, dada la extrema violencia a la que se han enfrentado. "Estoy seguro de que va a surgir una nueva generación de activistas. Aquellos que hoy son niños van a identificarse con grupos todavía más duros que Hamas".
Por Patrick Moser